Los grandes gestores lo tienen claro: ¡Compren oro en cada corrección!
El oro se mira cada vez más atractivo ahora que el drástico endurecimiento de la política monetaria –para combatir la inflación– ha llevado a una rápida subida de las tasas de interés reales a cargo de bancos centrales en todo el mundo, una señal clara de que al invertir debemos ser precavidos en medio de un entorno económico permeado por la incertidumbre. Pero ¿cómo es que en el actual contexto el rey de los metales abre una ventana de oportunidad?
Dos reconocidos especialistas nos dicen por qué recomiendan invertir en oro en épocas de inestabilidad económica y, bueno, las voces de los expertos más diversos nunca deben ser ignoradas.
Nick Colas, una voz optimista en el mundo de las inversiones, prestigioso exanalista del grupo financiero Credit Suisse y gestor de cartera de SAC Capital, revela su profundo vínculo con el metal precioso y por qué es importante invertir en oro en estos tiempos.
Al compartir su historia personal en YouTube, platica que su familia llegó a Estados Unidos desde Cuba en 1960, justo después de la revolución del país caribeño, llevando consigo sólo 200 dólares en una maleta. Después de una lucha incansable por establecerse en su nuevo hogar, su padre comenzó a comprar monedas de oro en sus viajes de negocios a Europa, cuando el precio del metal rondaba los 35 dólares por onza.
Su padre veía al oro como una reserva de valor a largo plazo, pero todo cambió en 1971, cuando el entonces presidente Richard Nixon retiró al dólar estadounidense del patrón oro, lo que desencadenó un aumento constante en el precio del metal.
El oro dejó de ser dinero para convertirse en la inversión más segura que existe con un alza asegurada en el largo plazo.
Ya a finales de la década de los setenta del siglo pasado, la inflación se convirtió en un tema importante y el precio del oro continuó su ascenso, a tal grado que pasó de los 35 dólares por onza en la década de 1960 hasta los 850 dólares en su máximo histórico de 1980, marcando un asombroso período de alzas.
Acto seguido, Nick Colas hace hincapié en una comparación interesante entre el oro y las acciones:
No obstante que el índice de referencia S&P 500 ha experimentado un avance anual de alrededor del 13 por ciento en la última década en Estados Unidos, cuando se observa la tasa de crecimiento anual compuesto del oro del 5 por ciento en mercados extranjeros demuestra que para las carteras que no se centran en EU, el metal no sólo mantiene su valor, sino que registra muy altos rendimientos compuestos comparados con la renta variable de los mercados emergentes.
La clave de su argumento radica en el hecho de que los bancos centrales, en particular los de China, Rusia, Turquía e India, muestran interés creciente en adquirir oro, pues el 25 por ciento de la demanda del mismo proviene de esas instituciones encargadas de la política monetaria de su país.
Es así que el oro cotizado en dólares sigue siendo la moneda de reserva mundial, lo que le otorga una posición especial en el mercado financiero.
“Poseer oro es como tener el dólar más la volatilidad de los activos subyacentes”, afirma el analista, pues espera que para los próximos cinco a 10 años sea respaldado por una demanda subyacente sólida y un interés creciente por parte de los bancos centrales. Estamos de acuerdo.