“Cultivos agonizantes, aumento de las facturas de energía, duchas una vez a la semana. Ha llegado el futuro climático”
Carlos Montero
El cambio climático ha saltado a los primeros puestos de los temas que más preocupan a los ciudadanos de todo el mundo. La presión sobre los políticos para que implementen medidas de sostenibilidad va en aumento legislatura tras legislatura. La conciencia global sobre el daño a nuestro planeta se ha situado en niveles impensables hace unas decádas. Ahora bien, ¿es esto suficiente para detener el deterioro de nuestro clima y sus consecuencias? Los datos apuntan a que no.
En el siguiente artículo publicado en el Washington Post se muestra con claridad como los efectos del cambio climático ya están golpeando con extrema dureza a un sector vital como la agriculatura. Concretamente en Sudamérica. Veamos los datos y las experiencias personales de los propios agricultores:
La granja de girasoles de Sergio Koci en las tierras bajas del norte de Argentina ha sobrevivido a décadas de agitación política, inflación galopante y el brote de coronavirus. Pero a medida que una serie de sequías históricas ahoga vastas extensiones de América del Sur, teme que una crisis del agua cada vez peor pueda hacer lo que otras calamidades no pudieron: arruinar su agronegocio de tercera generación.
"Cuando tienes un mal año, puedes afrontarlo", dijo Koci. Algunas de sus 20,000 acres descansan cerca del poderoso río Paraná, donde los niveles de agua han alcanzado mínimos no vistos desde 1944. Tras dos años de pérdidas de cosechas relacionadas con la sequía, dijo, la continua sequía ahora reducirá sus rendimientos de girasol. este año en un 65 por ciento. "Cuando tienes tres años malos, no sabes si habrá otro año", dijo.