Consecuencias bursátiles de los conflictos en Oriente Medio

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Capitalbolsa | 10 ene, 2024 14:14 - Actualizado: 09:52
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Desde el ataque de la organización terrorista Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023, Oriente Próximo se sume en el caos con el paso de las semanas. Hasta ahora, las consecuencias para los mercados financieros no han sido apreciables, pero ¿hasta cuándo seguirá siendo así?

Hamás, Hizbulá, rebeldes hutíes, Estado Islámico... la lista de organizaciones terroristas que actúan en la región no deja de crecer. El alcance de las tensiones, circunscrito inicialmente a Israel, está ampliándose progresivamente. Mar Rojo, Irán, Irak, Líbano... la primera semana del año 2024 ha dado lugar a sucesos esporádicos en cada una de estas zonas.

¿Se trata de la calma que precede a la tempestad? Aunque las consecuencias bursátiles son casi inapreciables a escala mundial hasta ahora, pese a que los precios del petróleo ya han subido cerca de un 15 % en tres meses, se empieza a detectar más agitación bajo la superficie de los grandes índices.

Obligados a alejarse del Canal de Suez después de una serie de ataques contra buques comerciales, cada vez son más numerosos los armadores que desvían sus navíos hacia el cabo de Buena Esperanza para conectar Asia y Europa. La última empresa afectada es la francesa CMA CGM. Esta situación está provocando un aumento de los plazos de entrega y las tarifas, así como una reducción de la oferta de fletes, factores que están impulsando las cotizaciones bursátiles de las empresas del sector. La danesa Maersk se ha disparado más de un 30 % en un mes, desbancado a Novo Nordisk como el valor estrella de la Bolsa de Copenhague.

En lo que respecta a los sectores aeroespacial y de defensa, se observa claramente un mejor comportamiento relativo frente al resto del mercado. Desde el atentado del 7 de octubre, estas áreas avanzan el doble que un índice mundial que integre todos los sectores.

Resulta delicado hacer una lectura de los acontecimientos y cuesta pensar que vaya a producirse un cambio de tendencia a corto plazo. En primer lugar, porque la situación en la zona no parece que pueda apaciguarse y, en segundo lugar, porque los intereses regionales son extremadamente complejos. Además, 2024 es año de elecciones en EE. UU. y una mayor implicación del país en la zona constituiría un lastre electoral para el presidente Joe Biden, después de los fracasos de las intervenciones militares en el mundo árabe o Afganistán. Por último, el contexto energético ha cambiado sustancialmente en EE. UU. a lo largo de varias décadas. El tío Sam, que durante mucho tiempo dependió de la producción energética de Oriente Medio, se ha convertido en el primer productor mundial —y exportador neto— de petróleo y gas. Económicamente hablando, el líder mundial de la industria de defensa se juega mucho menos como para seguir desempeñando un papel activo de árbitro en la región.

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