El consumidor estadounidense “será el gran perdedor” con las políticas de Trump

Philippe Waechter, economista jefe de Ostrum AM (Natixis IM)

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Capitalbolsa | 22 nov, 2024 10:52
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Las propuestas de Trump para 2024 incluyen impuestos a las importaciones del 10% al 20% para todos los productos importados a EE. UU. y del 60% para los productos chinos. Esto multiplicaría por 10 el monto de los productos sujetos a impuestos.

El consumidor estadounidense será el gran perdedor en esta historia. Hay dos razones para ello:

EE. UU. no fabrica todos los bienes que los consumidores necesitan. Su participación en la producción manufacturera mundial es del 12%, lo que significa que el 88% se produce en otros países. ¿Por qué las empresas reducirían precios para los estadounidenses específicamente mientras mantienen los mismos precios para otros consumidores en el resto del mundo?

Supongamos un arancel del 20%. ¿Qué empresas podrían permitirse reducir su margen en tal magnitud? El consumidor pagará dos veces: por el precio del producto importado comprado en tienda y por el producto fabricado en EE. UU., pero con insumos intermedios adquiridos en el extranjero. Esto afectará la cadena de valor estadounidense, corriendo el riesgo de generar una inflación persistente.

El Instituto Peterson calculó que el sobrecoste para un consumidor típico estadounidense sería de 2.600 dólares anuales debido a estas medidas. Además, las medidas del gobierno estadounidense podrían provocar represalias. Durante el primer mandato, Europa amenazó con imponer aranceles fronterizos, pero la solidaridad entre los países europeos obligó a Washington a retroceder. Esto podría ser diferente en 2025.

Racionalmente, nadie quiere entrar en una lógica perjudicial para la economía estadounidense y la global. Desde el punto de vista analítico, esto enfrenta dos obstáculos:

Nuestra incapacidad para anticipar rupturas y para imaginar que realmente se tomarán medidas excesivas. El marco en el que hemos crecido es el de la gran moderación, con poca volatilidad en el crecimiento y la inflación, y una forma de regulación que limita los excesos. Como el peor escenario nunca es seguro, resulta más cómodo imaginar que los resultados más desagradables no se materializarán.

Ejemplos recientes parecen reforzar esta percepción. En 2016, después del Brexit, se esperaba una situación dramática para el Reino Unido con grandes pérdidas económicas por la salida de la UE. Sin embargo, un estudio reciente del Center of Policy Reform indica que la pérdida de ingresos fue del orden del 5,5% en comparación con permanecer en la UE.

Políticamente, la opción de ruptura puede ser creíble para los estadounidenses. Sin embargo, económicamente, las orientaciones son menos viables, ya que EE. UU. tiene ahora mucho menos peso global que en 2016. El choque será más violento, pero el mundo seguirá funcionando, incluso si EE. UU. decide jugar un juego diferente.

Las medidas y sus consecuencias aún son inciertas, pero la economía corre el riesgo de volverse menos predecible si cada país implementa políticas que lo beneficien sin considerar al resto del mundo. La cooperación se deteriora y vuelve la lógica de la confrontación.

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