Crisis de deuda en Francia: El principal riesgo para la eurozona en los próximos trimestres.

Enguerrand Artaz, gestor de fondos de La Financière de l’Échiquier (LFDE)

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Capitalbolsa | 03 dic, 2024 11:51 - Actualizado: 18:31
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El destino de la zona del euro dependerá —en cierto modo, por desgracia— de la capacidad de China para reactivar por fin su economía; la estrategia de la Administración Trump de subir los aranceles, y los vaivenes de sus dos motores: Francia y Alemania.

En el lado francés, predomina el riesgo de una nueva desviación. Es indudable que la inestabilidad política persistirá aún durante varios meses. Es más, incluso unos presupuestos aprobados y la ausencia de una moción de censura probablemente solo tendrían un impacto ligeramente positivo, con la perspectiva de otra disolución del parlamento el próximo verano y, por tanto, la persistencia de la inestabilidad en el poder.

Además, más allá del aspecto puramente político, la cuestión presupuestaria seguirá siendo protagonista. Aunque se aprobaran los presupuestos, solo se reduciría el déficit hasta el 5 % del PIB, lo que sigue siendo muy elevado en términos absolutos. Además, este cálculo se basa en la hipótesis, recogida en la Ley de Finanzas, de un crecimiento del PIB del 1,1 % en 2025. A la vista de la reciente evolución de los indicadores económicos, es muy poco probable que se alcance esta cifra. Parece más creíble un crecimiento de entre el 0,5 % y el 0,7 %, con un riesgo nada desdeñable de recesión técnica durante el año. Unos presupuestos calculados sobre la base de una hipótesis de crecimiento demasiado elevada sólo puede conducir a una nueva desviación. Por desgracia, la situación francesa no es nueva ni excepcional. Francia es el país que más veces ha superado el umbral de déficit excesivo (3 % del PIB) desde la creación de la zona euro: 20 años de 26. Además, Francia es actualmente el país de la Unión Monetaria con peor ratio déficit/deuda pública: Italia y Grecia, dos países cuya relación deuda/PIB es superior a la de Francia, han conseguido prácticamente el equilibrio presupuestario en 2024 en el caso del primero y un superávit neto en el caso del segundo.

A pesar de este balance poco brillante, y aunque el bono francés a 10 años ha superado recientemente a su homólogo griego, Francia sigue endeudándose a tipos moderados. Sin embargo, ahora existe el riesgo real de que una mala gestión presupuestaria continuada, unida a la inestabilidad política, acaben creando un clima de desconfianza tal que los tipos de interés se disparen en los mercados y Francia sufra una especie de crisis de deuda. Este es, sin duda, el principal riesgo para la zona del euro en los próximos trimestres.

No obstante, este riesgo se ve contrarrestado por la esperanza que llega de Alemania tras la ruptura de la coalición gobernante. Cualquiera que sea el color de la próxima coalición, parece seguro que Alemania, que dispone de un amplio margen de maniobra con un ratio deuda/PIB de tan solo el 59 % y sin déficit primario, modificará por fin su ortodoxia presupuestaria. Cabe plantear tres vías creíbles. En primer lugar, suavizar las condiciones y activar con mayor frecuencia la cláusula de salvaguardia que permite al Bundestag suspender el freno al endeudamiento «en caso de catástrofe natural u otra emergencia excepcional ajena al control del Estado». En segundo lugar, prorrogar el fondo especial de 100.000 millones de euros creado en 2022 para apoyar el presupuesto de defensa, o crear uno nuevo. Por último, revisar el límite de déficit presupuestario incluido en el mecanismo de freno al endeudamiento. Fijado actualmente en el 0,35 % del PIB, podría aumentar hasta el 0,5 % o incluso el 0,75 %.

Estos ajustes pueden parecer menores. Sin embargo, representarían un cambio importante en la mentalidad de los dirigentes alemanes, y resulta poco creíble, por el momento, esperar algo más a corto plazo. En lo que respecta a la percepción del riesgo por parte de los inversores, eso podría traer un soplo de aire fresco, ya que la primera economía de la zona del euro por fin hace balance de un modelo económico en declive desde hace casi una década y se muestra capaz de aportar un poco de flexibilidad a su ordoliberalismo, a veces radical. Eso también podría dar un impulso a ciertos sectores cíclicos que han sido dados de lado por los mercados, como la industria automovilística y la química.

Sin duda, el destino del mercado bursátil de la zona del euro en 2025 dependerá en gran medida de si se materializa el peligro francés o de si se sustancia la —razonable— esperanza alemana.

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