La renta fija descuenta la normalización “al contado”, la renta variable sigue boyante porque lo hace “a futuro”

Pedro del Pozo, director de inversiones financieras de Mutualidad

CapitalBolsa
Capitalbolsa | 01 oct, 2024 17:10
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A día de hoy, parece muy claro que, en el ámbito occidental, nos encontramos en pleno proceso de bajada de tipos de interés. Ello obedece, esencialmente a dos causas: por un lado, los datos de precios muestran una clara contención a ambos lados del Atlántico.

No hay más que ver el último- y espectacular- IPC publicado en España, del 1,5% en septiembre o, si lo prefieren, el deflactor de consumo privado estadounidense (índice de inflación preferido de la Reserva Federal), que sorprendía el viernes pasado, al moderarse tres décimas hasta el 2,2% frente al 2,3% previsto por el mercado. Por otro lado, el crecimiento, salvo excepciones -de nuevo España- presenta síntomas de enfriamiento… cuando no de congelación, como es el caso de Alemania.

Ante una conjunción de precios a la baja y actividad con problemas, la receta desde los tiempos de Keynes está muy clara: bajar los tipos de interés que, dicho sea de paso, habían llegado no al punto más alto, pero sí de la manera más rápida que recordamos cualquiera de los que comenzamos a tener contacto con el mundo financiero tras el Mundial de Italia 1990.

Siendo un joven que empezaba en los mercados, pura vida, uno de mis mentores me resumió en una frase magistral que cuando los tipos están altos hay que comprar renta fija; cuando están bajos, renta variable; y cuando están muy bajos, inmuebles. Ésta es la secuencia lógica. Pero parece que, en el caso actual, las bolsas se han adelantado.

Yendo por partes, la renta fija o para ser más exactos, la deuda pública, comienza a descontar el escenario de normalización “al contado”. En otras palabras, las rentabilidades de las curvas empiezan a moderarse, de manera muy especial los tramos cortos o medios de estas curvas, a medida que cotizan las bajadas de tipos. Y cotizan estas bajadas por lo ya referido: la inflación se reduce y… el crecimiento, también. Ojo, porque aquí tenemos un problema y es que las rentabilidades inferiores a un año siguen presentando en muchos casos pendiente negativa: la letra española vencimiento noviembre 2024 paga más (anualizada) que la letra vencimiento octubre 2025. Ello infiere problemas en el corto plazo. Problemas por el lado del crecimiento, concretamente.

Si es cierto que los bancos centrales bajan tipos para estimular el crecimiento y favorecer el famoso aterrizaje suave de la economía, la pregunta es… ¿cómo es posible que las bolsas estén teniendo tan buen comportamiento, en el caso de algunas de ellas en zonas de máximos históricos -EE.UU.- o de ciclo -España-? ¿Tal vez no se terminan de creer que el crecimiento se está deteriorando? Porque lo que parece claro es que, menor crecimiento debería suponer menores beneficios empresariales. Entonces, ¿a qué estas alegrías?

La respuesta a esta pregunta es que las bolsas están adelantando el escenario de normalización “a futuro”. Es decir, están poniendo en precio un mundo con tipos más bajos y menores costes, por tanto, para las empresas. Sí, es posible que en el interín la menor actividad económica castigue sus ventas. Pero su financiación será más barata. Y, además, los tipos más bajos incentivarán la vuelta al crecimiento, en una segunda ronda.

Es decir, no viven realidades paralelas. Sencillamente cotizan momentos distintos. Esto es muy útil porque, con esta información, podemos inferir que la renta fija debería tener un comportamiento muy positivo en los próximos tiempos, es decir, un movimiento para igualar lo que ya está cotizando la renta variable. En el caso de las bolsas… depende del éxito de los bancos centrales en promover un mayor crecimiento al tiempo que siguen conteniendo la inflación. Esto es posible, pero la probabilidad de que veamos curvas por el camino, singularmente datos de crecimiento decepcionantes, existe. O, dicho de otra forma, si las bolsas comienzan a descontar el mundo “al contado”, tal vez veamos algún susto. Susto que, en un mundo en normalización monetaria, puede constituir una excelente oportunidad de compra.

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