¿Quién pagará la factura?
Creo que fue Newton el que se refería de esta forma al
comportamiento "irracional" de los mercados, dominados alternativamente porel pánico y la euforia.
Entre medias, el optimismo y el pesimismo. Y con el eterno objetivo de las autoridades para que
finalmente el precio de losactivos financieros coincida con el valor. Imposible.
Los mercados viven de
expectativas: el precio no refleja el valor de hoy si no las expectativas sobre el valor futuro. O
simplemente, lasperspectivas sobre la evolución del precio. Esto es lo más triste, eliminando de un
plumazo la cultura de la inversión en bolsa.
Hace algunassemanas les ofrecía algunos datos
que mostraban una tendencia por el momento inexorable hacia los niveles de populización de la bolsa
de lossetenta, sesenta y, esperemos que no ocurra, de los cincuenta.
Invertir ahora a largo
plazo en bolsa es sólo cuestión de meses dominado elmercado por analistas técnicos que apelan a tu
prudencia (inteligencia) por mantener en cartera una acción que ha roto soportes. Los rebotes,son
técnicos Y las subidas continuadas, momentum alcista. El mercado se ha sesgado hacia el corto plazo
en un mundo, es cierto, dominado porla incertidumbre y pesimismo a la hora de contemplar el
futuro.
En una reunión con economistas hace ahora una semana uno de ellos pedía, como todos,
medidas contundentes desde la clase política europeapara:
1. contener la Crisis
2.
reconducirla.
Ayer los primeros contactos de las autoridades europeas estuvieron claramente
orientados a poner unsuelo a la Crisis, a punto el mercado de comenzar a especular con el fin de la
Moneda Única.
La clave en este sentido no ha sido elcastigo, inmerecido en buena parte en mi
opinión, de la prima de riesgo española como el descenso del EUR más allá de niveles de 1.25 USDque
ha vuelto a recuperar. Ya hemos visto como las autoridades japonesas han dado muestras de
nerviosismo por la subida de su moneda y lasnorteamericanas han estado prestas a supervisar en
directo qué ocurre realmente en Europa.
Las autoridades europeas han reaccionado alunísono
con grandes promesas de supervisión única del sistema financiero, garantía única de los depósitos de
la banca, integración fiscal yunión política.
¿Y los plazos? Sólo Merkel, quizás temerosa
(la experiencia cuenta) de que el mensaje optimista de les vaya de las manos, hahablado de medio
plazo.
¿Serán capaces los mercados ahora de tener paciencia a este medio plazo? Tras cuatro
años de Crisis financieramundial, tras tres de Crisis de deuda y tras dos de Crisis del Euro, creo
que el margen de las palabras es limitado. Así, lo que pedía micompañero economista de reconducir la
Crisis no era tanto con promesas como con pasos decididos para resolver los ProblemasInstitucionales
del Euro. No lo confundan con su solución definitiva. Esto a corto plazo es imposible.Siempre
intento evitar la palabra imposible: hay pocos temas que realmente lo sean. Pero en estos momentos,
Europa acapara buena parte deellos.
¿Tienen margen político los gobiernos para dar el paso de
gigante que significa poner un plazo a la Unión política? Esto sí sería realmenteimportante.
Un shock positivo para los mercados que, acompañado de una acción contundente desde el ECB,
provocaría un "momentumpositivo" en los mercados que llevaría a los analistas técnicos a borrar de
un plumazo su pesimismo actual. Todos escucharíamos lamúsica, de nuevo, de los bancos centrales
mientras algunos economistas ya incluso anticiparían el final (verían la Luz) de la Crisis. Brotes
verdesy luz al final del túnel, serían de nuevo expresiones habituales entre los economistas.
Y los políticos. No crean que es un escenario tan irreal.Recuerden que la memoria de los
inversores es directamente proporcional a la persistencia de los mercados en llevarnos la contraria.
Esa masaloca o el autobús que nadie quiere perder.
¿Mi opinión? La deuda sigue pesando como
una losa. Y hay que pagarla. Pero todo es más llevadero si las portadas de los periódicos nosdicen
día a día que las cosas irán mejor. Los mercados, ya saben, son juez y parte. Llegado a este punto
debo hacer una pregunta que ha sidorepetitiva en los últimos meses: ¿quién pagará la factura?
Lo que ha pasado con Grecia es el mejor ejemplo de que la reestructuración de ladeuda es una
posible salida para países insolventes. El tiempo, la represión financiera, incluyendo la inflación,
ayudarán sin duda. Quizás lacombinación de todos estos factores. Pero todo esto llega, alguien
tendrá que asumir el riesgo. Los bancos centrales, en Europa siempre endebate, el ECB. Y tendrá que
tomar nuevas medidas a corto plazo como respuesta a la disposición de las autoridades europeas a
avanzar deforma más decidida en la Unión política, pasando por la fiscal y financiera. Y los países
más solventes del Euro: una forma de devolver elabaratamiento de su financiación y de evitar costes
más altos en caso de que la situación se escape de las manos.
En el caso de Alemania,hace
poco veía las diferentes estimaciones sobre el coste de la Reunificación entre 500/1.6 tr. EUR. El
coste de salvar la EUR, en el caso másextremo de incorporar a los países ahora más cuestionados,
podría ascender a 1 tr. EUR. Alemania ya ha comprometido más de 800 bn. EUR,Bundesbank incluido, en
una factura que no ha dejado de crecer en los últimos dos años y medio. Todo lo que sea necesario,
en una espiral de laque resulta muy complicado escaparse. La disposición política hacia el EUR es
clara, entre la población y políticos alemanes; el costeeconómico es innegable.
José Luis Martínez Campuzano de
Citi