Carlos Montero
Este debate es ridículo, la salida de Grecia del euro es absolutamente necesaria
El discurso actualmente sobre el caso griego, que es
el tema central en medios de información económica y general en todo el mundo es, si Grecia saldrá
de la zona euro porque decide incumplir los acuerdos del plan de rescate.
Diversas
autoridades europeas señalan que Grecia debe permanecer en el euro pero cumpliendo lo pactado,
mientras que los líderes de los principales partidos en Grecia defiende que también quieren
permanecer en el euro, pero hay que revisar esos pactos. Pero ¿y si la salida de Grecia del euro
fuera ya inevitable se cumpla lo pactado o no?
Eso es lo que defiende Shawn
Tully, editor jefe de CNN Money, en un interesante artículo que comparto en gran parte.
Tully
señala que el problema más acuciante no es un poder legislativo fragmentado, que se niega a las
reformas del FMI y de la Comunidad Europea. El verdadero problema reside en que los griegos llevan
enviando sus ahorros de los bancos griegos a los bancos extranjeros desde hace un año, acelerándose
ese proceso en los últimos tiempos.
La fuga de capitales está minando los depósitos
necesarios para refinanciar las hipotecas los y préstamos a las pequeñas empresas, provocando una
crisis de crédito en toda regla. Los griegos son también muy reacios a gastar sus euros en coches,
restaurantes o cualquier otra cosa, ya que calculan que esos euros comprarán más en el supermercado,
y en las tiendas de autos en las próximas semanas o meses. La desaparición del consumo está
hundiendo aún más la economía.
La salida de Grecia es absolutamente necesaria, afirma Robert
Aliber, profesor de economía internacional de la Universidad de Chicago, sus precios y costes son
demasiados altos en el euro, por lo que no pueden competir en los mercados internacionales. El
estancamiento político, añade, es positivo ya que va a acelerar el abandono de una moneda
desastrosamente sobrevaluada, justo lo que Grecia necesita para volver a crecer.
La mecánica
para la salida del euro es bastante predecible, afirma Tully. Un día antes, imagina que a última
hora del viernes, el gobierno griego declarará todos los bancos cerrados para las próximas semanas.
El lunes, el legislativa votará una ley de emergencia que establece un tipo de cambio fijo, digamos
un dracma por cada euro. Para el lunes, todos los depósitos empresariales y personales estarán
denominados en dracmas.
El dracma caerá de valor casi de inmediato. Los consumidores griegos
necesitarán al menos 1,5 dracma para comprar un euro. Una cuenta de ahorros que contenía 15.000
euros ahora tendrá 15.000 dracmas, que tras la devaluación de los mercados (33% es el mínimo para
los países que salen de una moneda común), valdrán 10.000 euros, o menos.
Lo que viene
después no está tan claro. Yanis Varoufakis de la Universidad de Atenas prevé una tragedia griega,
en la que habrá una corrida bancaria. "Los griegos pagados en dracma irán inmediatamente a ATM a
cambiarlos por euros. El dracma seguirá hundiéndose, causando una crisis de
hiperinflación".
Sin embargo, este desastre no es inevitable. "Otros países han dejado una
moneda común sin sufrir hiperinflación", dice Hans Humes, presidente de la firma de inversión de
capital Greylock, que posee bonos del gobierno griego. Aliber cree que la salida griega del euro,
crearía la misma dinámica de crecimiento que en Islandia y Argentina (en este punto recordar que
hace unos días escribí un artículo en el que se demostraba que el crecimiento económico en Argentina
tras la salida de la paridad dólar, no fue debido a ese hecho, sino a motivos ajenos a la decisión
del propio país, y que en caso de no haber suspendido pagos, como lo hizo, el crecimiento hubiera
sido mayor).
Shawn Tully cree que el escenario relativamente optimista de Aliber sería el más
probable. En los primeros días después del retorno al dracma, gran parte de los ahorros que
abandonaron el país en euros volverían. Ese cambio de euros por dracmas apoyaría la nueva moneda
griega.
Por otro lado, Grecia volvería a ser de la noche a la mañana lo que era antes de la
era euro: un país barato. Los turistas cancelarían sus vacaciones en Turquía, y recorrerían las
islas griegas en su lugar. Las exportaciones de los tomates griegos, el aceite de oliva, el pescado,
las materias primas agroalimentarias, se expandirán, y las importaciones de productos manufacturados
se reducirán a medida que suben el precio frente a los productos fabricados en el
país.
Grecia también suspendería el pago de su deuda, como un paso necesario hacia la
recuperación. El BCE sufriría grandes pérdidas, peros los tenedores privados ya han sufrido gran
parte de la quita.
El peligro es que se restauren también los aspectos negativos aparejados a
Grecia. "La cuestión para el futuro es si vamos a ver una nueva o una antigua Grecia", señala
Aliber. Una nueva Grecia tendría que eliminar los antiguos monopolios gubernamentales no deseados,
tendría que recortar la gigantesca fuerza laboral pública, eliminar las normas contrarias a la
competencia, incrementar la productividad del país.
La antigua Grecia es caer en
productividad, lo que provocará que se importe más y se exporte menos, se congelarán los salarios y
los niveles de vida de los trabajadores. Para recuperar competitividad se tendrá que devaluar de
nuevo el dracma, empobreciendo al país.Esa es la antigua Grecia, y como señala Tully, es la más
probable que surja. Pero habrá que esperar y ver.