Carlos Montero
España, la economía vudú
En los primeros minutos de contratación de las bolsa en el día de ayer, el indicador selectivo español Ibex 35 subía más del cinco por ciento (casi el 6% en realidad), mientras que la prima de riesgo del país, para la que se toma como referencia el diferencial del bono a 10 años español respecto del bono a 10 años alemán (bund), bajaba más del 4% hasta los 462 puntos básicos.
Los analistas financieros y políticos, así como diversas autoridades
europeas, valoraban en ese momento el plan de rescate europeo a los
bancos españoles como "idóneo" "firme" "decidido" "eliminará las
incertidumbres sobre la totalidad del sector europeo" "un primer paso
para acabar definitivamente con la crisis financiera europea".
Tras los máximos que alcanzaron las bolsas en los primeros minutos de
contratación, se inició un movimiento persistente a la baja, que terminó
con un cierre negativo de las bolsas europeas, entre ellas la española.
La valoración del plan bancario cambió tras ese comportamiento de los
mercados, y se empezaron a utilizar palabras como "incertidumbre" "plan
confuso" "difícil aplicación" "efectos colaterales" "mal referente"
¿Es posible que el juicio sobre el plan de rescate varíe tanto según se
comporten los mercados financieros? Pues sí, tristemente sí.
¿Qué hacer entonces? ¿De qué valoración nos podemos fiar?
Bien, pues le recomendaría que tomaran en consideración las palabras que
el premio nobel de economía Joseph Stiglitz realizó el pasado viernes
(antes de la aprobación del plan de rescate bancario), sobre esta
posibilidad. Evidentemente, no estaba condicionado por los mercados (si
Stiglitz pudiera ser condicionado), ni tan siquiera por un plan que aún
no se había aprobado. Esto es lo que decía Stiglitz el pasado viernes:
El plan de Europa para prestar dinero a los bancos españoles no puede
funcionar porque el gobierno y los prestamistas del país, se apuntalan
el uno al otro. El sistema es que el gobierno español rescata a los
bancos españoles, y los bancos españoles intentan sacar de apuros al
gobierno español.
Los bancos españoles, incluido el Banco de España, fueron los
principales compradores de la nueva deuda español en 2011, por lo que el
riesgo reside en que el gobierno puede tener que pedir ayuda a las
mismas instituciones que ahora planea ayudar.
Es la economía vudú. No va a funcionar y no está funcionando.
En lugar de esto, Europa debe acelerar la discusión de un sistema
bancario común. Cuando una economía entra en recesión, no hay forma que
pueda sostener políticas que restauren el crecimiento, sin una forma de
sistema común europeo.
Se están aplicando cortafuegos, tras cortafuegos, que simplemente no
están funcionando, ni lo harán. Se tiene que enfrentar realmente el
problema de fondo promoviendo el crecimiento.
Hay que realizar reformas radicales en Europa, para elaborar una
necesaria unión fiscal que resuelva la crisis de deuda definitivamente,
refuerce la moneda única y en última instancia, ayude a Alemania, que
como país más rico, tendrá que cargar con el costo más algo de
garantizar una deuda común, y de proporcionar más recursos para impulsar
el crecimiento (Nota: Esto que propone Stiglitz va a ser realmente
difícil de conseguir. Las últimas encuestas que se han realizado tras el
rescate bancario español muestran como la mayoría de los alemanes creen
que se está siendo demasiado generoso. Medidas adicionales, y mucho más
ambiciosas no van a ser apoyadas por el pueblo alemán).
Alemania sigue diciendo que el fortalecimiento es la disciplina fiscal,
pero es un diagnóstico totalmente equivocado, prosigue Stiglitz.
Alemania propondrá a finales de junio una hoja de ruta para una unión
fiscal europea, pero Berlín apoyará los eurobonos sólo como un objetivo a
medio plazo, una vez que los otros países hayan reducido sus altos
niveles de deuda y recortado sus déficits presupuestarios con medidas de
austeridad, y que ya no dependan de la bolsa de Berlín.
Los eurobonos es un acuerdo institucional que podría funcionar, entre otras medidas.
Alemania va a tener que afrontar la cuestión, si está quieren pagar el
precio que se derivará de la disolución del euro, o quieren pagar el
precio de mantenerlo vivo. Creo que el precio que tendrán que pagar si
el euro se cae a pedazos será mayor que el precio por preservarlo.
Espero que se den cuenta de eso, pero por ahora no pueden.