“La única salida es Ezeiza” era la frase escuchada durante todo el 2002 en Argentina, en plena crisis económica y laboral. El aeropuerto estaba abarrotado de abrazos y llantos de emigrantes que iban a España a buscar suerte.
Las colas de los consulados europeos para hacer dobles ciudadanias eran de cuadras completas. Con el sueño de “hacer la Europa” miles de Argentinos se fueron a probar un mejor destino.
Las familias cambiaron, porque se iban al exterior o porque volvían a las casas los que se habían independizado. Los hijos dejaron de irse a vivir solos por falta de dinero o llegaban con sus propias familias a los hogares de sus padres por no poder pagar rentas. Durante muchos años se retrasó la edad de la independencia.
Las mujeres también mutaron, algunas tomaron trabajos históricamente masculinos: mecánicas, choferes de taxis y ómnibus. En el campo, ante los grandes remates de tierras y casas, los hombres se deprimieron, perdieron la fe y las ganas. Ante esta deseperada situación fueron las esposas las que se juntaron y salieron a detener los remates, entrando a las salas e impidiéndolos.
Hay películas muy buenas que reflejan este momento: el documental de Pino Solanas “La dignidad de los nadies” es un reflejo de lo que fue. Sólo para ver en un dia de muy buen humor porque es fuerte y terriblemente conmovedora.
Como consuelo he de decir que toda esa época pasó, que tomó dos años volver a creer en algo, pero al final se salió y queda sólo el triste recuerdo, la satisfacción de haber sobrevivido y la tremenda tranquilidad de saber que todo pasa y no es eterno.
Google+