Estar en el paro genera una sóla pregunta ¿Y ahora qué?. Paises con grandes crisis económicas cíclicas (y por ende laborales), como Argentina donde el desempleo había superado el 20%, nos da algunas pistas de lo que pasó con grandes masas de trabajadores en tiempos de agitación.
El desempleo masivo genera efectos colaterales: angustia colectiva, stress, aumento de problemas físicos relacionados con los nervios (insomnios, ataques cardíacos, hipertensiones).
Allá por el 2001 cuando fue la gran crisis argentina, socialmente se dió un fenómeno muy claro: los cumpleaños no se extendian mas de las dos de la mañana. Y no porque hubiera prohibiciones de algún tipo sino porque no había espíritu de festejo. Independientemente de estatus social, de grupo, de edad. Sencillamente no había ganas, no había razones que festejar y era manifiesto.
Otro fenómeno fue la proliferación de las casas de empeño, que hasta entonces no eran tan comunes, por todos lados los desempleados entregaban sus pertenencias con la esperanza de recuperrarlas.
La crisis cambió la forma de pensar, cambió los roles sociales y familiares. Los hombres dejaron de ser el sostén de la casa y lo fueron las mujeres con sus trabajos. Ellas eran las que salian a trabajar. Esto creó múltiples conflictos familiares, depresiones masculinas, reposicionamientos de lugares y funciones. Para los hombres resultaba humillantes ser “el ama de casa”.
En contraposición surgieron movimientos sociales, las mujeres tuvieron que salir a batallarla codo a codo y ser el soporte de personas desempleadas y desmoralizadas.
Ante la crisis la solidaridad. Clubes del trueque, comedores colectivos, vecinos ayudándose mutuamente, migraciones internas hacia el interior del pais para cambiar estilos de vida.
Toda crisis de cualquier tipo causa quiebres y genera espacios nuevos, indefectiblemente. Lo importante es no dejarse derrotar. Saber que es un momento que pasa, como pasó en Argentina. Y que después se encuentra cierto tipo de orden.
Muchas cosas insospechadas nacieron de estos momentos de desesperación en los que uno se atreve a hacer cualquier cosa. Lo mejor que se puede hacer, especialmente para calmar la cabeza es no quedarse quieto, moverse, intentar salidas, juntarse con gente que esté en la misma situación y quiera arriesgar cosas nuevas, con microcreditos, con emprendimientos, con ideas novedosas.
Ya lo dijo el Nano “caminante no hay camino, se hace camino al andar”
Google+