La vocación es la fuerza que nos impulsa a hacer algo. No necesariamente tiene que llevarnos a una profesión o carrera. La vocación es el fuego, es aquello que nos hace felices naturalmente. La inteligencia radica en convertir esta energía vital en nuestra forma de trabajo.
La desmotivación de quienes dicen que no saben qué les gusta, están pensando en el trabajo o actividad en lugar de algo mucho más simple: “¿Qué haces cuando no haces nada?”
Cosas simples como cocinar, discutir, leer, arreglar el auto, pelar al perro, pintarse las uñas, encolar los libros de la biblioteca, barnizar la guitarra, dibujar. Estas son las ocupaciones espontaneas y es cuestión de capitalizarlas a favor: cocinero, concejal, narrador, mecánico, peluquero canino, esteticista, restaurador, luthier, caricaturista.
Pasar del hobby al oficio puede ser por dos vías, la primera es la formación mediante cursos cortos, muchas veces gratuitos, o bien la formación voluntaria de ir con algún profesional que interese y pedirle que traspase el oficio, como era antes, cuando no había tanta oferta de capacitación formal. Hacer cursos presenciales aparte permite conocer personas con los mismos intereses que serán colegas y abrirán puertas.
Otra opción es hacerlo “de facto”. Tan sencillo como hacerlo, de forma voluntaria, especialmente si se está en el paro y sobra el tiempo. Trabajar en equipo, buscando personas afines que puedan necesitar el servicio o enseñar.
Cocinar en una escuela o centro asistencial; participar de las asambleas de la comunidad; leer en los geriátricos, jardines de infantes u hospitales; ayudar a arreglar los autos en el taller del barrio; colaborar con la asociación protectora de animales; ofrecerse para arreglar los libros de la biblioteca del barrio; cortarle el pelo a los abuelos en el centro de jubilados; arreglar los instrumentos en la escuela de música cercana; dibujar chistes para el periódico local.
Hacer estas acciones casi de forma inmediata genera una asociación de la persona con la profesión. Por un lado a nivel personal, tomando el rol por asalto y por otro lado la mirada de los otros que ubican a la persona en relación con su acción. Asi, cuando necesiten a un cocinero, narrador, peluquero canino etc, llamarán a quien conocen. Tan sencillo como eso.
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