Los períodos de prueba, que realmente nunca habían desaparecido, han cobrado mayor auge en estos años en buena medida por el hecho de que, también para las empresas, los puestos de trabajo se convierten en un bien escaso, no sólo desde la perspectiva de la búsqueda de empleo para las personas en situación de desempleo, sino también desde la mirada de las citadas empresas que, lógicamente, en un estado de las cosas tan difícil buscar las mejores opciones para cubrir sus necesidades de empleados y de este modo prestar el mejor desempeño laboral posible.
Durante estos periodos de prueba, tan importante como demostrar las aptitudes hacia el puesto al que se opta, resulta ser la actitud ante dicho puesto de trabajo y el entorno en el que se desarrolla. Trataremos de acercarnos a las principales características de una actitud correcta.
Es evidente que en un período de prueba de un puesto de trabajo del mismo modo que el empresario puede decidir la finalización del mismo al considerar no adecuada a la persona con respecto al puesto de trabajo el trabajador puede optar por rescindir el acuerdo también en función de no encontrarse cómodo en el desarrollo de dicho trabajo, sin embargo, no nos engañemos, tal y como veíamos en el artículo anterior esta opción no es ni con mucho realista, tal y como está la situación lo usual resultará que el trabajador se aferre a las posibilidades de trabajo sean cuales sean si cumplen lógicamente con el respeto a los derechos de los trabajadores.
Dicho lo anterior la mejor recomendación que se puede realizar a una persona inmersa en un período de prueba es el hecho de poner en valor tanto su aptitud como su actitud, de hecho, y excepto en aquellos trabajos de alta cualificación donde efectivamente la aptitud es realmente fundamental, es una realidad que hoy en día, en ese equilibrio siempre tan buscado por las empresas entre las capacidades y la actitud, la propia situación de los mercados y las empresas propicia la necesidad de búsqueda de trabajadores con actitudes proactivas, positivas y resolutivas.
Es decir tan importante va a resultar el hecho de demostrar lo que sabemos cómo la realidad de ser capaces de aplicar dichos conocimientos en un entorno determinado, en este caso en una empresa, adaptándonos a lo que dicha empresa necesita y manteniendo una actitud abierta y proactiva.
Un período de prueba no tiene que tomarse como un examen, independientemente de que efectivamente sí es un período que nos califica o no para el posterior desempeño laboral, pero, una actitud excesivamente comprometida con el hecho en sí mismo de la prueba y no con la inversión lo más total posible en el entorno laboral en el que se desarrolla puede ser una equivocación, una equivocación que nos conduzca a un exceso de muestra de nuestras capacidades en detrimento de nuestras actitudes.
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