A pesar de los brotes verdes en el empleo, resulta muy comprensible que para un joven en nuestro país, con una tasa de paro juvenil de 54%, el cuestionamiento de la valoración del esfuerzo de sus estudios en relación a sus posibilidades de acceso al mercado laboral en un puesto relacionado con otros estudios , sea como poco pesimista.
Sin embargo, ni la tasa de paro, ni el desánimo, pueden ocultar una realidad, y es que la formación sigue siendo fundamental para aún en una situación como la actual tener más posibilidades al buscar trabajo.
La gran mayoría de las cosas negativas que se están diciendo durante estos años alrededor del empleo juvenil son ciertas; es cierto que ya prácticamente toda una generación se les ha borrado de un plumazo la posibilidad de ejercer una carrera profesional correcta, eliminando radicalmente 10 años y retrasandolos con respecto a generaciones anteriores,también es cierto que la oferta escasa de empleo ha llevado a muchos jóvenes a aceptar trabajos para los cuales se encuentran sobrecualificados, lo cual hace aún dudar más del esfuerzo realizado en los estudios, pero, lo cierto es que aquellos jóvenes con formación superior tienen muchas más posibilidades de obtener empleo que quien tiene una formación básica.
Y la realidad es que la tasa de paro entre aquellos jóvenes con formación superior y aquellos que como nivel formativo presentan las la ESO se diferencia prácticamente en 30 puntos, pero, además, la tasa de ocupación entre ambos grupos mantiene prácticamente el mismo nivel de diferencia, es decir un auténtico abismo diferencial entre quienes presentan estudios superiores y quienes presentan niveles de formación básicos.
La cuestión reside ciertamente en que si ya de por sí en situaciones de desempleo muy inferiores a la actual, la diferencia entre desempleo juvenil y el desempleo general suele marcar un desempleo juvenil muy superior a la media donde por ejemplo sobre tasas de desempleo del 10% el desempleo juvenil vino a suponer tasas por encima del 20%, esta realidad trasladada a una situación compleja como la actual, puede llegar a inducir a este tipo de conclusiones erróneas, que, desde la perspectiva del joven, deben ser erradicadas ya que, ahora más que nunca, la formación a todos los niveles resulta simplemente fundamental.
Así que, independientemente de que la sensación de desánimo es legítima y en este caso comprensible, la realidad y los datos nos demuestran una vez más que efectivamente, la formación está en el punto básico del futuro de la recuperación del empleo, y por tanto es necesaria.
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