La entrevista de trabajo es un paso fundamental a la hora de buscar trabajo. Cuando se va a acudir a una de esas entrevistas hay que tener en cuenta algunos elementos clave.
En este caso, las primeras impresiones son clave para el desarrollo de una entrevista de trabajo, por lo que es importante cuidar las formas en las que nos dirigimos y nuestro aspecto en general, como la higiene o la ropa que llevamos. No se trata de ser más guapos o menos, sino de reflejar profesionalidad y saber estar. No es necesario pecar de formalidad o, en su defecto, de informalidad. Se trata de encontrar un punto medio.
Claves de una entrevista de trabajo
Es recomendable que, si tenemos la oportunidad porque el puesto al que queremos acceder lo permite, acudamos a la entrevista de trabajo vestidos de igual manera que si fuéramos a trabajar. En el caso de que esto no fuera posible, simplemente hay que tener presente que la naturalidad es importante. Si en nuestro día a día no usamos tacones o no nos ponemos trajes, tampoco hay porqué hacerlo de repente para acudir a una entrevista, porque también tenemos que encontrarnos lo más cómodos posible en esa situación.
Una vez que tengamos claro el aspecto exterior que queremos mostrar al entrevistador, es el momento de trabajar en otros aspectos de gran importancia, como la comunicación verbal. Es importante saber comunicarse, ya que si no se hace de la forma correcta, no llamaremos la atención de la persona que nos quiere contratar.
Por lo tanto, es muy aconsejable practicar las respuestas que queremos dar durante la entrevista, para no resultar aburridos con respuestas demasiado largas, pero tampoco quedarnos cortos y no expresar todo lo que queremos. Se trata un poco de dejarnos llevar por nuestra propia intuición. Si creemos que la pregunta es importante y que requiere una respuesta larga, debemos darla, y si no tendrá que ser corta.
Además, puede parecer que no, pero el lenguaje no verbal juega un papel decisivo en todo esto. Aspectos como la forma en la que nos sentamos, si gesticulamos de manera exagerada al hablar, o por contra estamos demasiado quietos, la manera en que saludamos o nos despedimos… todas esas cosas hay que prepararlas y trabajarlas también. La mejor manera de hacerlo es colocándose ante un espejo y practicando. No se trata de fingir un papel, sino de tener claros nuestros pros y contras en el lenguaje no verbal, para poder mejorar en caso de que sea necesario (que suele serlo). Por ejemplo, en el caso de que seamos personas muy expresivas, podemos tratar de controlar las reacciones ante ciertas preguntas o comentarios que pueden resultar incómodos.
Nervios y exposición de las habilidades
Otra cosa importante es controlar y trabajar los nervios o la ansiedad que se pueda padecer ante un momento tan importante como ese, especialmente si ya somos personas nerviosas de por sí. Por más que preparemos la entrevista, si nos dejamos dominar por sentimientos tan negativos como estos, la entrevista se puede ir completamente al traste. Hay que aprender a controlar todo esto, a pesar de lo nerviosos o ansiosos que estemos hay que reflejar calma y serenidad en todo momento. Como en los otros casos que hemos mencionado, la clave del éxito es encontrar un punto medio. No podemos ser demasiado tímidos, pero tampoco demasiado extrovertidos o tratar con confianza al entrevistador, porque en ninguno de las dos situaciones vamos a causar una buena impresión.
Por último, pero no menos importante, las habilidades personales que podamos aportar a nuestra entrevista también sumarán a la hora de tener posibilidades para que nos contraten. No sólo cuenta la formación que hayamos realizado, también es importante saber controlar nuestras formas, mostrar seguridad en aquello que hacemos y decimos, ser sociables o tener cierta capacidad de liderazgo. Son aspectos que las empresas demandan y tienen muy en cuenta, y que realmente marcan la diferencia entre unos u otros empleados.