El euríbor, principal índice de referencia para la mayoría de las hipotecas de tipo variable, ha alcanzado su punto más alto en lo que va del año, registrando un repunte significativo y poniendo freno a las esperanzas de un ciclo bajista que se anticipaba en el mercado financiero.
Este aumento, que se sitúa en el 3,678%, marca una tendencia al alza desde su última jornada y representa el valor más elevado desde diciembre pasado. Este cambio implica un obstáculo en el camino hacia una posible disminución del índice, afectando las previsiones de los inversores y generando incertidumbre en el sector hipotecario.
El estancamiento del euríbor coincide con la resistencia del Banco Central Europeo (BCE) a recortar los tipos de interés, desafiando las expectativas del mercado que anticipaban una serie de descensos. La presidenta del BCE, Lagarde, ha indicado que la primera reducción no se espera hasta después del verano, lo que ha generado discrepancias dentro de la institución y ha impactado en la confianza de los inversores.
La falta de alineación entre las expectativas del mercado y las decisiones del BCE ha provocado tensiones en el sector financiero, especialmente entre los hipotecados, cuyas perspectivas de obtener tasas más bajas se ven comprometidas. Los futuros del euríbor, que suelen reflejar las proyecciones del mercado, muestran una tendencia al alza, sugiriendo una posible falta de acuerdo entre los inversores y las políticas del BCE.
En resumen, el estancamiento del euríbor y las discrepancias en las expectativas de descenso de los tipos de interés plantean un panorama incierto para los hipotecados, quienes podrían enfrentarse a condiciones menos favorables de lo esperado en el futuro cercano.