Recesión y ciclo bajista
Por José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España
Actualizado : 10:39
Se dice que la fase bajista del ciclo, que se acentúa mediante una recesión (no hablemos de depresión), es propicia para los ajustes. Naturalmente, siempre que sea una recesión cíclica estos ajustes serán limitados. Si nos enfrentamos a algo mucho más grave, los ajustes derivados de la caída del PIB pueden ser intensos. Ajustes, hablemos de reducción de excesos de precios y deuda, y también de cantidad. La productividad negativa que se materializa a través de pérdida de empleo. Recuerden que el sector exterior suele liderar la superación de la recesión. Pero la mejora en la competitividad que precisa puede ser una combinación de caída de precios, depreciación de la moneda o de pérdida de empleo.
Sí, las recesiones son un terreno abonado para sanear las economías. Las autoridades se ven forzadas a tomar medidas que en otras circunstancias sería francamente complicado. Y la sociedad las acepta., resignada. Todos miramos a medio y largo plazo, aceptando en mayor o menor medida los sacrificios que nos permitan salir de la recesión lo antes posible. Pero esto no es fácil. Y si encima hablamos de una recesión profunda, más allá de una cíclica ante la combinación de una crisis financiera, mercados, confianza y la propia crisis económica, remontarla totalmente no será rápido. Esto obliga a continuos ajustes, descartando que los tomados ya sean suficientes. Pero este ajuste dinámico se enfrenta en demasiadas ocasiones al desánimo por un lado y al exceso de confianza por otro en función de que las caídas o recuperaciones cíclicas sean temporales e intensas. Lamentablemente, la situación de fondo puede no haber cambiado.
De hecho, si observamos el deterioro económico inicial sufrido por los países desarrollados en la parte más intensa de la Crisis no veremos muchas diferencias. Pero la evolución en los últimos años sí presenta ya discrepancias, con economías como la norteamericana y británica dando indicios de recuperación y el resto, especialmente las europeas, sin mostrar aún indicios claros de haber superado la Crisis. Y dentro de las economías europeas, la flexibilidad alemana en la producción y el mercado de trabajo (pensemos que el empleo incluso ha mejorado en la Crisis ante el ajuste de horas frente a los despidos del resto) ha mostrado importantes diferencias frente al resto. Todos hemos pedido que sea la recuperación alemana, más allá de su componente cíclico actual, la que actúe de motor para el resto (la mejora del consumo español durante el Q2 no puede extrapolarse al futuro). Pero, por el momento, es la mutualización implícita (que no oficial) del riesgo lo que más ha contribuido a que los países de la zona mejoren sus perspectivas de crecimiento. A corto plazo al menos.
Schumpeter afirmaba que las empresas adoptan nuevas tecnologías durante las recesiones. Pensemos en esta afirmación: ¿cómo van a invertir en nuevas tecnologías en un escenario de caída de las ventas e ingresos?. Pero, al final, los acontecimientos de la reciente Crisis con un mayor retraso en la recuperación del empleo perdido (la economía norteamericana lo ha recuperado hace dos meses tras llevar más de dos años en expansión) obligan a pensar que puede haber algo de verdad en la afirmación anterior. ¿Hasta qué punto la productividad negativa durante la Crisis se traduce más tarde en una menor productividad positiva? De nuevo, miremos a la economía norteamericana o a la británica,. Especialmente en la última, donde un crecimiento del 3.5 % es compatible con niveles de productividad marginal tan bajos que amenazan la sostenibilidad del crecimiento. O quizás no sea así.