Hola soy tu ego
Acepta que no eres un inversor perfecto por mucho que leas
Actualizado : 18:58
Detrás de casi todas las pérdidas que se producen en la vida de un operador de bolsa o especulador hay un villano, y su nombre es “ego”. Nadie carece de él, ni siquiera los grandes gestores como Icahn, Paulson o Buffett pueden deshacerse de este malhechor, aunque sí limitar su daño, por eso son “grandes“ entre otras cosas.
El ego es una parte de la mente que se rebela contra la realidad. Intenta hacerte creer que eres diferente al resto de inversores, y te invita a hacerte amigo del deseo, que anhela que todo vaya como esperas. El ego te engaña para sobrevivir porque solo puede existir si te miente. El ego utiliza un falso sentido del tiempo, destruye el presente y te empuja al pasado y al futuro. Quiere que abandones la mente racional, tan necesaria en las inversiones.
Si el ego es tu compañero en los mercados es posible que desarrolles comportamientos ruinosos, como pensar que la inversión es una lucha por ser mejor que los demás, luchando para mantener esa falsa posición de superioridad sobre el resto. También te mantendrá preocupado, pasando mucho tiempo pensando en cosas a las que temes, pero que no han sucedido. Te invitará a formar prejuicios sobre otros operadores, siempre desde un lado negativo y que conduce a entrar en conflictos con ellos (como denomina mi amigo Raúl las “reyertas twitteras”) y por supuesto, nada de admirar o aprender de otro, pues eso derrotaría al ego, todo lo contrario, mejor envidia corrosiva.
¿Solución para el ego? Como en casi todas las disciplinas es mejor la prevención que la cura. Vencer al ego es difícil pero no imposible. Lo mejor estrategia es enfrentarse a él observándolo como si fueras una tercera persona y las actuaciones del ego fueran algo ajeno, externo. Hay que dejar que se desarrolle sin intervenir ni juzgar, sólo observándolo, como si ese trade o esa compra de valores y/o activos fuese algo lejano, de un tercero. De esta forma, el ego sabe que estás ahí, que observas pero que no le acompañas, debilitándolo cada día un poco más.
Acepta la realidad y tu situación sobre las inversiones tal y como son pero procura relativizarlas. Acepta que no eres un inversor perfecto por mucho que leas Bolsamanía (gracias por hacerlo) y que siempre se podrá hacer mejor. Acepta que no eres un robot y que nunca podrás serlo. Acepta que necesitas aprender a conocerte, y descubrir a tus compañeros de viaje (ego, miedo, ambición, perfeccionismo, euforia,…) y que necesitas preparar estrategias de defensa para limitar su impacto.