El gestor que venció al coronavirus: "Ahora soy muy crítico con el 'value' y el asesoramiento"

Alberto Roldán, ex Bestinver, Lloyds o BBVA, cuenta su experiencia y reconversión en una entrevista

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Bolsamania | 04 may, 2020

Actualizado : 10:47

Alberto Roldán, 47 años. Toda una vida en las finanzas, invirtiendo dinero para otros en entidades como Bestinver, Lloyds o BBVA Asset Management. Es uno de los numerosos gestores de fondos, asesores financieros o banqueros privados que ha cogido la enfermedad del coronavirus. Y lo ha vencido, como tantos otros. No se esconde. Su paso por el hospital no ha sido en vano, le ha servido para reflexionar acerca de la vida en general y de la profesión en particular. ¿Su conclusión? “Me he vuelto muy crítico con el ‘value’ y el asesoramiento en España”.

Nunca pensó que se podía contagiar. Confiaba en que, en todo caso, si lo cogiese, podría ser asintomático y pasarlo en casa con aislamiento. Pero, tras superar síntomas acusados como fiebre alta y agotamiento, la noticia cayó como un jarro de agua fría: neumonía “severa” derivada de un proceso vírico previo causado por el propio Covid-19. “Me ahogaba. Durante siete días, experimenté la sensación de angustia que muchas personas han podido vivir. Pero mi aislamiento no evitó que me enterase de lo que me rodeaba”, recuerda Roldán en una entrevista para Bolsamanía. “El silencio y la soledad fueron duros, pero mucho peor el estar alejado de mi familia”.

Este financiero califica de “montaña rusa emocional” su proceso de alta. “No hubo un pasillo en la salida, ni aplausos, ni ovaciones. Los propios enfermeros no se acercaron a decirme adiós por miedo. Mi gratitud y reconocimiento es descomunal, pero los medios han convertido muchas escenas en un circo”, critica. “Las denuncias de los sanitarios van más allá de lo que nos han contado”, no solo es la falta de material o el cansancio. Cuando llegó a casa, el ‘shock’ emocional fue “brutal”, y “eso sí que no se olvida”.

Pero, ¿en qué ocupó su mente durante la semana de aislamiento hospitalario? Gran parte de sus pensamientos giraban en torno a las finanzas, la economía y la sociedad actual. No cree que el sector financiero tenga mucho que decir en la crisis del coronavirus. Es más bien un tema de economía de la salud, de planificación, de gestión de los recursos. Pero sí considera que “el sector financiero puede aportar valor con un planteamiento de colaboración público-privado”. Eso sí, puntualiza, “alejado de la intoxicación de los que creen que la sanidad se privatiza o se recorta”.

CRÍTICO CON EL ‘VALUE’ Y EL ASESORAMIENTO

El inversor que ingresó en el hospital es muy distinto del Alberto Roldán que ha salido de él. Y solo pasó una semana entre medias, lo suficiente para hacer tambalearse algunas de sus premisas más básicas. Ha aprendido mucho de economistas “nada mediáticos, pero de incalculable valor”, sobre su visión de la macroeconomía y la política monetaria. Entre sus nuevos gurús de cabecera, hay nombres como Richard Koo, James Rickards, Amir Sufi y gestoras como Oaktree Capital, de Howard Marks, o Marathon Asset Management, de Bruce Richards. También ha profundizado sobre crisis anteriores como la Gran Recesión de Japón o la Gran Depresión de Estados Unidos. “Su estudio me ha dotado de una visión angular sobre la economía y los errores del pasado que se están cometiendo actualmente. Ayuda a entender por qué las bolsas se han desacoplado por completo de la economía real cuando la que se avecina es monumental. Estamos en un círculo vicioso del que no creo que podamos salir”, se sincera.

Ese amargor sobre el devenir económico provocado por la pandemia se deja notar en su filosofía como inversor. “Me he vuelto muy crítico con gran parte de la escuela ‘value’ en España”. Roldán está “francamente sorprendido” con el giro que han dado algunos gestores respecto a una trayectoria que ha sido intachable. No dice nombres, pero se intuye fácilmente de quién está hablando. Según argumenta, “su discurso no ha variado en la narrativa, pero es evidente que el estilo ha dado un giro de 180 grados. Algunos gestores han convertido sus fondos en cuasi ‘hedge funds’. Todo aquello de no invertir en compañías con problemas de deuda, el alineamiento de intereses, la estabilidad del ‘cash flow’ de negocios de calidad… parece que ha quedado en nada”.

Alberto Roldán, economista y gestorFoto de archivo

Le sorprenden sobremanera las inversiones en el sector financiero español, vendiendo la idea por parte de estos de que, después de 20 años renegando del mismo, ahora es atractivo. Tampoco está de acuerdo con prácticas como las de publicar precios objetivo en fondos que arrastran pérdidas absolutas y relativas, pero con potenciales “magníficos” que se amplifican a medida que cae el valor liquidativo. “Es una aritmética que no comparto”, y lo dice con rotundidad.

Su amplia experiencia en el sector de la inversión colectiva y la banca privada le hace opinar con conocimiento de causa. Ha sido asistente de banca privada en el antiguo Banif, ventas de renta variable en BNP Paribas, analista en Bestinver, director de Renta Variable en InverSeguros, director de Inversiones en Lloyds o director de Renta Variable Europea en BBVA Asset Management. Su último rol ha sido el de director de Inversiones en el ‘family office’ GBS Finance.

Respecto al asesoramiento financiero, su opinión se ha vuelto incluso más ácida que con el ‘value investing’. “Creo que, tras la llegada de MiFID II y el cambio regulatorio, la calidad del mismo incluso ha empeorado”, critica. “MiFID II impuso una acreditación en los asesores que se ha visto es excesivamente permisiva. Recientemente, he trabajado con gente que era incapaz de definir un bono o explicar qué es el dividendo. Un inversor no puede sentarse con un recién llegado cuya presentación es una tarjeta acompañada de unas siglas. El verdadero interlocutor es alguien que ha de tener experiencia”, defiende Roldán.

En resumidas cuentas, “un inversor quiere escuchar a alguien que en el pasado haya sumado aciertos y errores y que, sobre todo, haya vivido un mercado bajista”. La crisis del Covid-19, como otras crisis previas, va a ser una gran criba, y de ella saldrán fortalecidos los buenos profesionales demostrados y aquellos que hayan aprovechado la coyuntura para renovarse. El punto intermedio no parece un puerto seguro.

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