MADRID, 18 OCT. (Bolsamania.com/BMS) .- Interesante analogía la que establece Bill Gross, presidente de PIMCO (ya saben, el mayor gestor privado de bonos del mundo), entre la actual crisis de deuda y un hombre de mediana edad. En su opinión, la tripa que desarrollan estos últimos “sería una buena forma” de describir esta crisis. De hecho, va más allá al afirmar que “los balances soberanos se asemejan a un diabético con sobrepeso al borde de un ataque al corazón. Sin embargo, si las autoridades mundiales se centraran en las reformas estructurales en lugar de en las soluciones basadas en ciclos financieros, el crecimiento frente a la recesión sería posible”.

Pero, ¿cuáles son los obstáculos estructurales a los que se enfrenta la economía tanto en su opinión, como en la de su compañero, Mohamen El-Erian?

- La globalización ha ahogado el mercado laboral de las economías desarrolladas.

- La tecnología ha dejado anticuadas las industrias que elaboran productos físicos en lugar de "en la nube". “Libros, discos, cartas, postales y DVDs se han convertido en dinosaurios recientemente”, destaca.

- El envejecimiento de la población ha provocado un incremento del ahorro frente al consumo en la mayor parte de los países desarrollados.

No obstante, “para favorecer nuestro consumo de calorías, las políticas han favorecido la acumulación de deuda (…) la caída de los tipos, de los impuestos, la desregulación y la innovación financiera; todos han favorecido un crecimiento de los activos financieros que ha traído consigo un crecimiento poco realista de las ganancias y del poder adquisitivo hasta niveles sólo vistos antes del estallido de las puntocom o de la burbuja inmobiliaria”. Por eso, concluye, “las economías desarrolladas se parecen más ahora a una persona obesa que a un joven Arnold Schwarzenegger”.

Mientras, en lugar de llevar a cabo soluciones estructurales, las autoridades se han limitado a tomar medidas que favorecen al capital en lugar de la mano de obra. “Si los bancos pueden ser estabilizados, si el mercado es llevado a máximos, si las tasas de interés se rebajan para que fluya el crédito, entonces la mano de obra (la creación de empleo) llegará. No es así”, declara tajante Gross. ¿Por qué? La respuesta es sencilla: “Wall Street y Main Street (es decir, la gente de a pie) están simbióticamente conectadas y, si se beneficia a una a expensas de la otra, ambas caerán (…). Si Main Street está en el paro, el capital no puede avanzar mucho en Prosperity Road (la calle de la prosperidad)”.

Hasta hace poco, recuerda este experto, la recuperación económica ha sido relativamente robusta desde el punto de vista del capital frente al trabajador. “Los bajos tipos de interés han permitido que los márgenes de beneficios se ampliaran a pesar de la anémica demanda. Además, la productividad se ha mantenido elevada, pero sólo gracias a los despidos y a la producción con menos empleados”, explica Gross. Pero, “en última instancia ambos colectivos sufrirán” atrapados en lo que este analista denomina “la trampa de la mano de obra: en la que los consumidores dejan de gastar por miedo a perder su trabajo, ante la caída de los precios de la vivienda o simplemente porque se produce una pérdida general de la fe en el ‘sueño americano’. Esto es lo que los mercados deben empezar a reconocer”, concluye. “Los beneficios a largo plazo no pueden crecer en última instancia a menos que vayan acompañados de un incremento semejante en los beneficios de la mano de obra. Washington, Londres, Berlín, e incluso Beijing, deben aceptar esta realidad que es de sentido común, junto con otros paradigmas estructurales que buscan equilibrar la economía mundial”.

En este sentido, considera que si “las soluciones estructurales no se ponen en marcha”, los inversores “deben mirar tanto a acciones como a bonos como flácidas imitaciones de lo que fueron; activos que no se parecen en absoluto a Jack LaLane, sino más bien a un Terminator de mediana edad, obeso tras años de abandono y afectado por la codicia de las ganancias a corto plazo en lugar de el equilibrio a largo plazo”.

Miremos donde miremos, afirma, “no hay rentabilidad de doble digito para los propietarios de activos financieros. Bonos y acciones están sobrevaloradas por las bajas tasas de interés y un crecimiento de las economías desarrolladas más cercano al 0% que a los niveles históricos de entre el 3% y el 4%”. Por último, Gross añade que un Karl Marx moderno podría haber dicho “inversores y autoridades de todo el mundo despierten, están matando a la gallina proletaria que pone sus huevos de oro”.

A MEDIA MAÑANA, LOS NÚMEROS ROJOS REPITEN

Comenzábamos la sesión del martes en negativo y así continuamos: CAC (-1,36%); DAX (-0,14%); FTSE (-1,22%); e Ibex35 (-0,70%; 8.799 puntos). La advertencia de Moody’s a Francia (a la que amenaza con poner la perspectiva de su triple A en negativa), lastra al sector financiero, que es el segundo peor del DJ Stoxx 600, con pérdidas del 1,75%.

En nuestro país, el Tesoro ha colocado 4.602 millones en letras a 12 y 18 meses (el objetivo estaba entre los 4.000 y 5.000 millones). Mientras, el índice ZEW alemán arroja una lectura de -48,3 frente al -45,0 esperado, y al -43,3 de septiembre.

Sara Carbonell
contador