Análisis Técnico
Bajo el Programa de ajuste financiero por tres años por 26.000 millones de euros (más otros 52.000 millones desde los socios europeos) acordado el 17 de mayo con el FMI las autoridades portuguesas se comprometían a llevar a cabo una serie de medidas que resolvieran tanto los problemas estructurales de su economía como también recondujeran el deterioro de las finanzas públicas. En una radiografía realizada en aquel momento por la Institución Supranacional sobre el país se advertía:
• Portugal sufre de profundos problemas estructurales (baja productividad, débil competitividad y elevada deuda) que comprometen seriamente su crecimiento potencial.
• La adopción del Euro llevó a un descenso de la tasa de ahorro tanto para el sector privado como para las finanzas públicas, al mismo tiempo que a un fuerte crecimiento de la actividad no comercializable y de los precios relativos.
• La tensión en los mercados durante el último año y medio se ha traducido en un fuerte crecimiento del riesgo país con cada vez más restricción a la financiación tanto desde el sector público y el privado.
• Las condiciones de financiación se han restringido también para las entidades financieras portuguesas, con deterioro adicional en sus carteras de préstamos a empresas y familias.
• La dimisión del Gobierno el 23 de marzo forzó elecciones anticipadas y un aumento de la tensión política.
¿Cuáles son las medidas impuestas por el FMI? Estoy seguro que no les sorprenden:
• Estrategia enfocada en reformas estructurales que aumenten el crecimiento, con medidas creíbles que estabilicen la situación fiscal, salvaguarden la estabilidad financiera e impidan un crédito Crunch.
• Las medidas fiscales buscan un equilibrio entre recuperar la credibilidad y la estabilización de la deuda con la recuperación del crecimiento económico.
• Especial vigilancia sobre el sector financiero, tanto en la solidez de su balance como en la asistencia de liquidez.
• Las reformas estructurales se centran en aumentar la competencia, reducir los costes laborales y aumentar la productividad y el empleo.
• Todos los partidos políticos, antes y después de las elecciones, se comprometieron a soportar el ajuste.
No voy a entrar a valorar las razones esgrimidas por las agencias de rating para reducir la calificación de la deuda pública portuguesa. Pero es claro como una parte de la argumentación va más allá del país para entrar en la situación complicada planteada en Europa. Es esta desconfianza sobre las salidas que puede ofrecer Europa para los países cuestionados, como es el caso de Portugal, lo que lleva a desconfiar del programa de ajuste diseñado por el FMI. Y esto sí es una verdadera anomalía histórica. Decía el segundo del FMI que los ajustes se planteaban para los países con posibilidades de evitar una reestructuración. De otro forma, no los planteaban. En Europa parece que el mero ajuste, bajo el paraguas conjunto del BCE/FMI, ya es un factor negativo que lleva a temer la reestructuración. Sí, algo falla cuando se utiliza un análisis tan retorcido.
José Luis Martínez Campuzano
Estratega de Citi en España